The Mist ha sido víctima de la falsa demagogía del marketing, Frank Darabont prosigue su trayectoria adaptando al novelista Stephen King, después de cosechar su prestigio con The Shawshank Redemption y The Green Mile, la plebe ha puesto en duda su capacidad para salir de la temática melodramática y le retaron a adaptar al King más comercial. Lo mejor de todo no es que se haya atrevido, es que ha dejado el listón muy alto con el resultado y la plebe ha cerrado la boca.
Tras tres visionados, me dispongo a decir que Darabont se ha lanzado a una piscina vacía y no se ha roto la cabeza. Hoy en día, el problema del cine más que por la falta de originalidad, es la falta de riesgo, Darabont nos tiene bien puestos. The Mist no pretende ser una fábula terrorífica con contenido insustancial y barato, sino una mirada crítica y profunda a esa masa miedosa llamada ser humano. Pero saliendo de sus objetivos críticos también hay espacio para el escalofrío, en sus intentos de funcionar como cinta del género no desmerecen, Darabont apuesta su pellejo dando uso de la autenticidad de la serie b; de momentos intencionados que rozan el ridículo hasta los “fx” que cantan a la vista y sin embargo el uso del espacio y la tensión en vena de los personajes los hacen explícitamente realistas y amenazadores. Todos y cada uno de los personajes están muy bien dibujados y se entienden con el espectador pese a ser típicos de las novelas de King en un guión que apenas hace aguas, quizá por alguna innecesaria objeción a la trama, pero resaltada por conseguir involucrarnos en esta pesadilla imposible.
The Mist no se cuelga por las ramas, ni pretende vender algo por la cara, la gracia de pillarle el chiste a esta película es que lo enlatado resulta ser los tentáculos y bestias surrealistas de la tercera dimensión(tonterías aparte), más que el discurso sobre la malicia humana. Acción-reacción, ni trampa ni cartón.
Mientras que obras disfrazadas de tragedias humanas como The Dark Knight hacen esfuerzo de contar lo que quieren, The Mist al ir al grano demuestra que carece del problema dicho. La película consigue transmitir el mensaje a través de un final manipulado por el propio Darabont, y el resultado es una profunda reflexión llena de muy mala hostia y atípica de Hollywood que eleva a esta película como una importante referencia al género de terror de los últimos años.
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